Miriam Villa Díaz, Universidad de Castilla-La Mancha; Edelmira Valero Ruiz, Universidad de Castilla-La Mancha y Jhon Mauricio Aguirre Cortés, Universidad de Castilla-La Mancha
Los tatuajes inteligentes para la salud cada día son más sofisticados. Los últimos desarrollos cambian de color, se ponen fluorescentes o permiten recibir mediciones en una app.
De hecho, ya podemos vaticinar que en el futuro servirán para salvar vidas. Imagine, por ejemplo, un tatuaje inteligente que, en lugar de tinta convencional, utiliza tinta biocompatible con compuestos capaces de medir la glucosa en sangre en tiempo real. Esto le cambiará la vida a millones de personas con diabetes, eliminando los pinchazos. Ese tatuaje está en camino.
Una epidemia silenciosa que sufre uno de cada diez adultos
España es el segundo país de Europa con mayor prevalencia de diabetes. El control adecuado de la glucemia evita graves complicaciones: problemas cardiovasculares, daño renal e incluso ceguera. De ahí la premura en desarrollar métodos de control que permitan una monitorización sencilla y eficaz, entorpeciendo lo menos posible las actividades del día a día.
El método más utilizado sigue siendo el glucómetro, que requiere una punción en el dedo varias veces al día. Aunque es preciso, puede resultar molesto, doloroso y no permite una medida continuada en el tiempo.
Precisamente por esto se desarrollaron los sistemas de monitorización continua de glucosa (CGM, por sus siglas en inglés). Estos dispositivos quedan adheridos a la piel como un parche, de manera que el sensor está en contacto con el líquido intersticial (la sustancia que se encuentra entre las células). El sensor detecta los niveles de azúcar y la información puede leerse a través de una aplicación en el móvil. Incluso mandan alertas si son demasiado altos o bajos, permitiendo tomar decisiones rápidas sobre la medicación.
Sin embargo, los CGM siguen teniendo limitaciones importantes. Requieren de calibraciones diarias mediante punciones en el dedo, cambio frecuente de baterías o el reemplazo del sensor entre cada 3 y 14 días, lo que supone un elevado coste y una molestia para el paciente. Sufren, además, un retraso de 5 a 30 minutos al medir los niveles de glucosa, lo que puede ser crítico en casos de hipoglucemia, donde una medición más rápida podría evitar riesgos graves.
Tatuajes de colores y fluorescentes
¿Recuerda los tatuajes inteligentes que mencionamos al principio? Representan una alternativa a los CMG más cómoda, menos invasiva y más versátil.
Tatuaje para medir el nivel de glucosa en sangre.
Uno de los proyectos más prometedores es Dermal Abbys, desarrollado por Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Harvard. Han unido fuerzas con un objetivo: desarrollar un tatuaje capaz de cambiar de color según el nivel de azúcar.
Utilizan una tinta especial que contiene glucosa oxidasa, peroxidasa y yoduro de potasio. Cuando la glucosa aumenta, la glucosa oxidasa la descompone, generando peróxido de hidrógeno.
La peroxidasa utiliza este peróxido para transformar el yoduro de potasio en yodo, provocando un cambio de color visible en la piel.
¿Lo mejor? Simplemente escaneando el tatuaje con un smartphone podríamos obtener los niveles de glucosa en tiempo real, sin necesidad de pinchazos, dispositivos adhesivos ni retraso en las mediciones.
Otro equipo de investigadores, esta vez de la Universidad de Tokio, ha conseguido modificar tintas de tatuajes tradicionales introduciendo microperlas fluorescentes con ácido bórico y antraceno que, en presencia de glucosa, emiten una fluorescencia que puede medirse de manera transdérmica, a través de la piel.
Deshidratación y pH
Pero eso no es todo. Algunos estudios están explorando la posibilidad de que estos tatuajes, además de medir los niveles de glucosa, monitoricen otros indicadores cruciales para el manejo de la diabetes. Por ejemplo, la deshidratación mediante un fluoróforo (componente de una molécula que la vuelve fluorescente) capaz de detectar sodio, y el pH sanguíneo utilizando antocianina. Este último compuesto cambia de color dependiendo del pH: rojo en casos de acidosis, azul en alcalosis y violeta en condiciones normales. Con tan solo escanear el tatuaje desde la cámara de un smartphone tendríamos disponible toda esta información de manera precisa y en tiempo real.
Pecas solares
Tener sensores en la piel nos ofrece un sinfín de aplicaciones. También se están estudiando, por ejemplo, tintas de tatuaje fotocrómicas con nanocápsulas sensibles a los rayos UV. Esto es, “pecas solares” que aparecerían cuando nos hayamos expuesto demasiado al sol, recordándonos que es hora de volver a aplicar la crema solar.
Esto supondría un avance importante en la prevención del cáncer de piel. Se está investigando incluso el uso de los tatuajes para el desarrollo de vacunas de ADN, ya que la respuesta inmunitaria que generan específicamente para péptidos es mayor que la que se obtiene con las vacunas comunes intramusculares.
¿Quién habría pensado que algo tan superficial como un tatuaje podría desempeñar un papel clave en la lucha contra futuras pandemias?
Parece ciencia ficción, pero estamos más cerca de lo que parece. La próxima vez que vea un tatuaje deténgase un instante: quizá esté mirando el futuro de la salud.
Miriam Villa Díaz, Investigadora predoctoral en desarrollo de sensores y biosensores electroquímicos, Universidad de Castilla-La Mancha; Edelmira Valero Ruiz, Catedrática de Química Física, Universidad de Castilla-La Mancha y Jhon Mauricio Aguirre Cortés, Investigador Posdoctoral, Departamento de Química Física, Universidad de Castilla-La Mancha, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.