Juan Luis Manfredi, Universidad de Castilla-La Mancha
Decía Raymond Aron que la democracia era un ideal político inconmensurable. Sin embargo, como sistema, ofrecía poco espacio para las emociones fuertes. Al fin y al cabo, la competencia entre partidos y opciones políticas se circunscribía a periódicas elecciones con programas convergentes. En el aburrimiento, la única amenaza seria era la consideración de la democracia como un procedimiento, un conjunto de instrumentos al servicio de las políticas públicas.
Diamond y Morlino corrigieron al pensador francés, indicando que la calidad de la democracia se construye sobre las normas, pero se completa con el contenido de las mismas y la evaluación de los resultados. La instrumentalización de la política excluye las emociones, materia prima para la oferta política populista, a la izquierda y la derecha del arco parlamentario.
No sabemos si Aron mantendría su tesis en la España actual. Desde la fallida XI Legislatura de 2015, se han sucedido multitud de novedades. Los sucesos de Cataluña en octubre de 2017, la aplicación del artículo 155 de la Constitución Española, la derrota del PSOE en las elecciones autonómicas andaluzas, la primera moción de censura exitosa, la emergencia de Vox o de Cayetana Álvarez de Toledo, la llegada de Pablo Casado o la confirmación de Inés Arrimadas como alternativa sólida en Cataluña… o en España. ¡Bendito aburrimiento procedimental!
El nuevo escenario
En este contexto, los resultados de esta noche dejan una nueva normalidad a la que habrá que acostumbrarse.
El PSOE consigue su objetivo. Tiene una victoria electoral sobre la que apalancar su estrategia de gobierno pasado y plantear un nuevo proyecto a corto plazo. Con un gobierno de apoyo inestable y geometría variable, es posible que veamos más medidas sociales y de corte emocional. Parece difícil aventurar una legislatura larga. En todo caso, el liderazgo de Pedro Sánchez es indiscutible. Tras las autonómicas y municipales, veremos qué sucede con las voces críticas que aún quedan en el partido. Ganador.
El PP tiene un problema serio. Tiene que definir un proyecto rápido, antes de las municipales y autonómicas, para que este resultado no sea el principio del declive. En comunicación y comportamiento político se estudian los efectos bandwagon o “arrastre”, que explica que si cuaja la idea de que el PP está en descomposición, los votantes huirán de forma masiva. Y ahora tienen dos -o más- alternativas de elección. No es un razón estática, sino resultado de las decisiones que tomen Casado y su equipo en los próximos días. Pierde. Y pierde mucho.
Ciudadanos padece la crisis de madurez. Con más de 55 escaños, no termina de liderar el centro derecha. En el contexto político actual, o bien alcanza alguna cuota relevante de poder –liderar la oposición o entrar en el gobierno– o empezará a ser observado con la etiqueta de partido de apoyo, no de gobierno. Piensen en la evolución de los liberales demócratas en el Parlamento Británico. Gana, pero pierde.
Unidas Podemos se ha recuperado en la segunda semana de campaña. Ha caído en votos y escaños porque su posicionamiento político ha achicado los yacimientos de voto. Tendrá premio en la medida en que su apoyo será decisivo en el proceso de elección del presidente. En la segunda vuelta, su voz será escuchada. Pierde, pero gana.
Vox es la sorpresa que esperábamos. Por un razón sencilla: ahora está en el terreno en el que recibirá apoyo mediático y podrá visibilizar sus demandas. En el premio, lleva la responsabilidad: ahora tendrá que mojarse en demandas y políticas concretas, no en eslóganes ocurrentes. Comparte la lección con Podemos: los votantes van y vienen. No tomemos como suelo o techo electoral este resultado de 2019, porque las transferencias de voto no han hecho más que empezar. Ganador.
Los partidos nacionalistas mantienen su línea. No es poca cosa en un escenario de cambio y revuelo. Ganan todos, pero sobre todo destaca el resultado de ERC, que ha conseguido apoderarse de la esfera catalana.
En conclusión, se plantea este nuevo escenario como la primera vuelta de las municipales con enorme carga de suspense. Cuando España se aburre, a la manera del mítico artículo de Pierre Viansson-Ponté previo a la explosión parisina de mayo de 1968, aparecen nuevas tensiones, nuevos escenarios políticos y nuevos actores. Nos esperan emociones parlamentarias, con o sin debates, pero seguro que con polarización.
Juan Luis Manfredi, Profesor titular de Periodismo, Universidad de Castilla-La Mancha
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.